martes, 10 de febrero de 2009

YEMANJA 2009

YEMANJA.-

Costa Oriental Americana.-

Después de tantos siglos desde su llegada del Africa Natal, la Madre de varios Orixá, y Madre espiritual de millones de seres humanos, recibió una vez más el homenaje de los devotos, la presencia de los turistas, y una tenue y moderada –por primera vez en años- detracción de la IURD.
Tanto en Salvador, Bahía; como en Montevideo y Buenos Aires, y todo a lo largo de esa extensa faja costera atlántica y rioplatense, el clima amenazó en las primeras horas del 2 de Febrero, para luego estabilizarse en una calma chicha que permitió a la fiesta, al agasajo, revestirse de una naturalidad enmarcada por la
armonía y la paz. Quizás las autorizaciones y hasta auspicios de los gobiernos capitalinos de esas costas, y por sobre todo, gracias a la fe y la vehemencia de los fieles, en esta oportunidad no hubo mayores referencias de atentados discriminatorios, por parte de los monstruos xenófobos y comerciantes de la IURD. La paz imperó; la armonía reinó; y la fiesta se engalanó de amor, fe, devoción, y buen entendimiento entre los miles y miles de personas que la compusieron y participaron.
Atabaques o atabales, tambores rituales, hicieron sentir su cadencia al acompasar el ritmo de los loores a la Mae Iemanjá.
Las luces de las
velas, promisorias de esperanza, resaltaron la escenografía durante todo el día y la noche.
Los vestidos de los fieles dieron el toque característico que corresponde al culto afro americano en todas sus formas, resaltando los colores blanco y celeste, por sobre los demás.
Y las barcas, canastas y ofrendas en general, se hicieron aguas adentro, para completar una panorámica realmente majestuosa, en honor al Orixá y también en honor a la conciencia espiritual de todos aquellos que adentramos nuestros pies en las aguas, ese día, esa noche, más benditas que nunca.
Las diferencias entre costa y costa? ; entre país y país? Las de siempre. Pero coincidentes en
lo supremo: el culto al Orixa, en tiempo y forma.
Los saveiros -desde hace mucho motorizados- de Salvador, engalanados y pintados a nuevo para el evento, se adentraron en el mar, desde la desembocadura del Rio Vermelho. El más popular, de nombre justamente “Rio Vermelho”, hasta llevó a bordo entre las ofrendas, una en particular, que llamó la atención: un pez mero, de color verde, confeccionado en fibra de vidrio, y con un peso de setenta quilos, que fue depositado en el mar, como agasajo a la Reina de
los Peces.Las barcas coloridas, principalmente en madera o espumaplast, abarrotadas de presentes, fueron introducidas en el agua de las playas uruguayas y argentinas.
En toda su extensión marina y fluvial, esta costa atlántica ame
ricana del nordeste y del sur del continente, estuvo llena de luces, de sonido, y de amor; de fe, de conciencia religiosa, que fue respetada por la gran cantidad de no adeptos que se acercaron a apreciar el homenaje, y por que no, a disfrutarlo íntimamente, cada uno a su manera, pero prevaleciendo el respeto mutuo entre legos y fieles.
Así da gusto! Así debe ser! Así debe continuar siendo, cada día y cada año, más y mejor.
Axé!
Numo.


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