Ay ay ay!!! Amigo... quien lo manda a Ud. A incursionar donde no lo llaman?
Sabiendo bien sabido como Ud. sabe, que los sabihondos no saben como saber que Ud. sabe.
Y como si fuera poco, invita a este buen hombre, el Dr. Cereza, (Don Carlos!) a ir de paseo por esos lugares virtuales donde nadie se hace responsable de nadie ni de nada, ni siquiera de ellos mismos!
Con el entusiasmo de ver un candomblé virtual, creyendo que la misma virtud del fundamento iba a ser encontrada allí, reflejada en un monitor, Por favor! ¿Dónde se vio?!
Por más títulos rimbombantes y llamativos que muestren las marquesinas, por más menciones a los Reinos y a los Orixá que usen para salvaguardar su ignorancia de fondo, lo único que pudo encontrar fue un “candombe” mal batido, y un bochorno no merecido.
Como Ud, dice, mi amigo, mi hermano, mi hijo, mi camarada de tantas noches de cachaça y capoeira, de Orixá y Exu, en el ilé y en la rua, en la vida misma, en la experiencia de vivirla: “ajo y agua”…!”
Ahora que anda boyando en el aire el famoso H1N1, que debe haber venido a remplazar a Michael Jackson y al finado ese de marras que en definitiva, post mortem, provocó un percance más, entre los miles que causó en vida, haciendo que Uds. lo nombraran innecesariamente, yo les recomendaría a ambos, lavarse al menos las manos con un poco de alcohol al gel, pa evitar mayores contagios a razón de su escueta permanencia en esa sala de chat “religioso”; esa sala del “ji ji ji”, el “ja ja ja” y el “¿qué comiste hoy?”
El Ojú Obag de Xangô, Don Carlos Cereza, regresó a sus labores, allá en la planicie de Brasilia, con un dejo de amargura, no por la gente esa en cuestión, ni siquiera por Ud. o por mí, más bien amargura por la situación en que le tocó comprobar como se manosea el consenso religioso del Orixá raíz, por estos lares.
Personajes de pacotilla que no siquiera saben pronunciar correctamente el atildado yorubá.
Fantoches mediocres que suponen conocer alguna cosa, desconociendo a la postre, lo fundamental: los medios y las maneras de tratar a los semejantes y a sí mismos.
Claro!. De ahí, de esas cosas de siempre en manos de los ineptos, es que el avezado Perícles Maranhão engendró su personaje, “O Amigo da Onça”
“Dois caçadores conversam em seu acampamento:
— O que você faria se estivesse agora na selva e uma onça aparecesse na sua frente?
— Ora, dava um tiro nela.
— Mas se você não tivesse nenhuma arma de fogo?
— Bom, então eu matava ela com meu facão.
— E se você estivesse sem o facão?
— Apanhava um pedaço de pau.
— E se não tivesse nenhum pedaço de pau?
— Subiria na árvore mais próxima!
— E se não tivesse nenhuma árvore?
— Sairia correndo.
— E se você estivesse paralisado pelo medo?
Então, o outro, já irritado, retruca:
— Mas, afinal, você é meu amigo ou amigo da onça?”
En verdad, también es justo alentarlo, alentar a Don Carlos, y alentarme a mí mismo, para de una vez por todas, salir a la palestra, subirse a ella, pararse firme, y no dejar títere con cabeza.
Capaz que llegó la hora de desenmascarar drásticamente a todos los que corresponda, en todo.
Basta de fofoca! Ne?
Vamos lá!
Y así, tal cual el Amigo da Onça, dejarlos en evidencia frente al mundo y frente a los Orixá, que acá en el Aiyé no se molestan demasiado en observar “cristianamente” esas fallas y carencias, pero que sí se conmueven y actúan cuando de injusticia se trata, cuando de ofensa se trata, ofensa a ellos mismos, también.
Es muy fácil “decir” “Amo a mi Mãe!”; y es muy fácil también destratar a la gente, y proceder erróneamente, en consecuencia. Con altanería que desdice dicho amor, con arrogancia que desdice dicho amor, y con bestialidad intelectual, que no coincide para nada con los atributos de la Mãe, Orixá ella vastamente inteligente y hasta astuta!
Sabiendo bien sabido como Ud. sabe, que los sabihondos no saben como saber que Ud. sabe.
Y como si fuera poco, invita a este buen hombre, el Dr. Cereza, (Don Carlos!) a ir de paseo por esos lugares virtuales donde nadie se hace responsable de nadie ni de nada, ni siquiera de ellos mismos!
Con el entusiasmo de ver un candomblé virtual, creyendo que la misma virtud del fundamento iba a ser encontrada allí, reflejada en un monitor, Por favor! ¿Dónde se vio?!
Por más títulos rimbombantes y llamativos que muestren las marquesinas, por más menciones a los Reinos y a los Orixá que usen para salvaguardar su ignorancia de fondo, lo único que pudo encontrar fue un “candombe” mal batido, y un bochorno no merecido.
Como Ud, dice, mi amigo, mi hermano, mi hijo, mi camarada de tantas noches de cachaça y capoeira, de Orixá y Exu, en el ilé y en la rua, en la vida misma, en la experiencia de vivirla: “ajo y agua”…!”
Ahora que anda boyando en el aire el famoso H1N1, que debe haber venido a remplazar a Michael Jackson y al finado ese de marras que en definitiva, post mortem, provocó un percance más, entre los miles que causó en vida, haciendo que Uds. lo nombraran innecesariamente, yo les recomendaría a ambos, lavarse al menos las manos con un poco de alcohol al gel, pa evitar mayores contagios a razón de su escueta permanencia en esa sala de chat “religioso”; esa sala del “ji ji ji”, el “ja ja ja” y el “¿qué comiste hoy?”
El Ojú Obag de Xangô, Don Carlos Cereza, regresó a sus labores, allá en la planicie de Brasilia, con un dejo de amargura, no por la gente esa en cuestión, ni siquiera por Ud. o por mí, más bien amargura por la situación en que le tocó comprobar como se manosea el consenso religioso del Orixá raíz, por estos lares.
Personajes de pacotilla que no siquiera saben pronunciar correctamente el atildado yorubá.
Fantoches mediocres que suponen conocer alguna cosa, desconociendo a la postre, lo fundamental: los medios y las maneras de tratar a los semejantes y a sí mismos.
Claro!. De ahí, de esas cosas de siempre en manos de los ineptos, es que el avezado Perícles Maranhão engendró su personaje, “O Amigo da Onça”
“Dois caçadores conversam em seu acampamento:
— O que você faria se estivesse agora na selva e uma onça aparecesse na sua frente?
— Ora, dava um tiro nela.
— Mas se você não tivesse nenhuma arma de fogo?
— Bom, então eu matava ela com meu facão.
— E se você estivesse sem o facão?
— Apanhava um pedaço de pau.
— E se não tivesse nenhum pedaço de pau?
— Subiria na árvore mais próxima!
— E se não tivesse nenhuma árvore?
— Sairia correndo.
— E se você estivesse paralisado pelo medo?
Então, o outro, já irritado, retruca:
— Mas, afinal, você é meu amigo ou amigo da onça?”
En verdad, también es justo alentarlo, alentar a Don Carlos, y alentarme a mí mismo, para de una vez por todas, salir a la palestra, subirse a ella, pararse firme, y no dejar títere con cabeza.
Capaz que llegó la hora de desenmascarar drásticamente a todos los que corresponda, en todo.
Basta de fofoca! Ne?
Vamos lá!
Y así, tal cual el Amigo da Onça, dejarlos en evidencia frente al mundo y frente a los Orixá, que acá en el Aiyé no se molestan demasiado en observar “cristianamente” esas fallas y carencias, pero que sí se conmueven y actúan cuando de injusticia se trata, cuando de ofensa se trata, ofensa a ellos mismos, también.
Es muy fácil “decir” “Amo a mi Mãe!”; y es muy fácil también destratar a la gente, y proceder erróneamente, en consecuencia. Con altanería que desdice dicho amor, con arrogancia que desdice dicho amor, y con bestialidad intelectual, que no coincide para nada con los atributos de la Mãe, Orixá ella vastamente inteligente y hasta astuta!
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