viernes, 11 de septiembre de 2009

LA OBSESION

OBSESIONES.- Intercambios Involuntarios de Energías.-



Siempre que se trata de la obsesión, es común que exista una carga emocional muy fuerte sobre todo el tema.
Tenemos la costumbre de intentar separar al obsesor del obseso, y fácilmente creamos la figura de la víctima (el obseso) y del victimario (el obsesor) , sin comprender que uno no puede vivir sin el otro, por tanto, amos son co responsables del proceso.

El estudio de las interferencias energéticas nocivas es ampliamente conocido y difundido en todas las comunidades espiritualistas. Y a pesar de las diferentes formas de ser explicado desde cada una de dichas comunidades, el objetivo común es el de lograr la evolución espiritual en su sentido más amplio y mas práctico.
La obsesión es un proceso en el que un individuo –entidad, situación, o fuerza- perjudica a otra entidad, situación o fuerza, ejerciendo influencias que alteran los estados de la víctima. Dicha influenza puede ser consciente o inconsciente, desde ambas partes.
Es común considerar que el obsesor es quien ejerce su influencia sobre el otro, alterando, disminuyendo o desorganizando la energía de una o más personas o entidades. El obseso es la persona o entidad que recibe esa influencia, sufriendo las consecuencias de la alteración desorganización o disminución de sus energías.

Pero, tengamos presente que la obsesión no sólo depende exclusivamente de los planos astrales, ya que debe contar con el beneplácito de aceptación, consciente o no, de quienes lo reflejan en la vida terrenal material.

En el caso de las obsesiones espirituales manifiestas en la materia humana, dentro del ámbito religioso, es común que comiencen fácilmente su proceso, a causa de una mala iniciación (en el sentido de incorrecta) así como también por una mala forma de llevar adelante la vida religiosa, una vez iniciado en religión el individuo, y, en ese último caso, la mayor parte de las veces acontece a raíz de las actitudes fallidas y a veces hasta perversas de algunos sacerdotes descarriados por la razón que sea.
Y para ello, indefectiblemente van a contar con el apoyo terrible de seres desencarnados, que en vida cometieron desmanes y aberraciones, y que se acercan a aquellos sacerdotes y religiosos en general que demuestran sórdidas intenciones a través de su conducta pseudo religiosa. Con el fin de establecer lazos y adeptos que adhieran y fortalezcan su plano espiritual y astral distorsionado. Entonces, una vez consumada esa forma espantosa de comunión, se hace muy difícil detener el proceso de obsesión.

Personas que al desencarnar, sostenían odios, envidias, celos, egoísmos de todo tipo, individuos con grados degenerativos en su conducta moral, y seres que proceden hasta que les llega la hora de desencarnar, de manera delictuosa, en el campo que sea, llevarán , todos ellos, una recarga de energía negativa, que luego estará dispuesta a regresar, a manifestarse de una u otra forma en el mundo terreno, para continuar con su equívoca y terrible consigna, encontrando en los vivos que sostienen las mismas inquietudes sórdidas, aliados conscientes o inconscientes.

Por tanto, para combatir, neutralizar y contrarrestar una situación de obsesión, desde el punto de vista de la vida religiosa espiritual y espiritualista, debemos ser firmes, pero sin perder de vista las motivaciones varias que causan el proceso, pues si dejamos de ver esa mira, ese horizonte, podemos fácilmente caer en apasionamientos que solo entorpecerán nuestra intención de resolver el problema.

Los seres humanos, laicos y religiosos, pero esto últimos con mayor estigma, somos los pausibles obsesores del planeta Tierra, cuando destruimos, contaminamos y explotamos indebidamente.
Nos transformamos en obsesores u obsesos, de el todo, cuando actuamos y sentimos de forma negativa, pesimista.

Siempre que hay intercambios de energías perniciosas, estaremos a expensas de un flujo obsesivo.

Pero, tengamos también presente que una obsesión comienza cuando una parte se interesa de alguna manera, por la energía de otra parte, y viceversa.
Y la obsesión sólo comenzará a dejar de existir, cuando una de las partes se hace conciente de la posibilidad, notando y empezando a comprender, el gran peligro y las graves consecuencias de la obsesión.

Esos casos de influencias energéticas entre almas, situaciones, lugares, pueden darse en todos los niveles de la vida humana. Tanto en lo físico, como en lo espiritual, emocional.

Las relaciones cotidianas de intención de control, celos, posesividad, envidia, etc, son apenas indicios de los efectos devastadores que luego las obsesiones se encargarán de agravar en la vida religiosa y la vida material de aquellos que, habiendo aceptado una razón de ser, una razón de fe, hacia un mundo espiritual, caen en el error de proceder incorrectamente, a veces, hasta con intereses manchados por la mala intención, y los llevan a los hechos, dentro de su propio accionar como religiosos. En el caso de sacerdotes corruptos a ese nivel, peor aún, puesto que ellos serán entonces los que culminen probablemente perjudicando la vida de los demás religiosos y adeptos en general.

De allí a la demencia, un paso; a las vilezas de todo tipo, otro paso; a las depravaciones, uno más; y a la pérdida de la vida religiosa y social, el último paso, que indefectiblemente siempre habrá de llegar, día más, día menos.





Numo

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